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Alrededor de 100 pacientes al mes consultan por problemas hepáticos

Alrededor de 100 pacientes al mes consultan por problemas hepáticos

La hepatitis es una inflamación del hígado. La afección puede remitir espontáneamente o evolucionar hacia una fibrosis, una cirrosis o un cáncer de hígado. Que también pueden deberse a otras infecciones, sustancias tóxicas, por ejemplo, el alcohol, determinadas drogas o enfermedades autoinmunitarias.

La hepatitis A y la E son causadas generalmente por la ingestión de agua o alimentos contaminados. Las hepatitis B, C y D se producen de ordinario por el contacto con humores corporales infectados. Son formas comunes de transmisión de estos últimos la transfusión de sangre o productos sanguíneos contaminados, los procedimientos médicos invasores en que se usa equipo contaminado y, en el caso de la hepatitis B, la transmisión de la madre a la criatura en el parto o de un miembro de la familia al niño, y también el contacto sexual.

Las precauciones para evitar la hepatitis son realizarse un buen lavado de manos de forma constante, revisar que todas las comidas tengan una buena cocción, prácticas sexuales seguras y la vacunación correspondiente.

En el Instituto de Previsión Social se disponen de las vacunas que provee el Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social que se aplican de acuerdo con el calendario de vacunación correspondiente como, por ejemplo, al recién nacido se le aplica la vacuna contra la hepatitis B, a los 15 meses de edad contra la hepatitis A, como también en la pentavalente que se aplica a los niños en edad escolar y así sucesivamente.

“Cuando vemos casos de hepatitis A el tratamiento se basa a dietas y un buen reposo”, explicó el Dr. Gabriel González Silvero, hepatólogo del Hospital Central.

“En el Hospital Central del Instituto de Previsión Social consultan al mes un promedio de 90 pacientes por problemas hepáticos, el resto de las consultas se dan por inflamaciones gastrointestinales”, remarcó González.

La Organización Mundial de la Salud detalla que el virus de la hepatitis A está presente en las heces de las personas infectadas y casi siempre se transmite debido al consumo de agua o alimentos contaminados. La infección suele ser leve y la mayoría de las personas se recuperan por completo y adquieren

inmunidad contra futuras infecciones por el virus. No obstante, la OMS recuerda que las infecciones por el virus de la hepatitis A también pueden ser graves y potencialmente mortales.

El virus de la hepatitis B se transmite mediante el contacto con la sangre, el semen y otros líquidos corporales de un infectado. Puede causar enfermedad crónica del hígado y conlleva un alto riesgo de muerte por cirrosis y cáncer hepático. La OMS destaca que la hepatitis B constituye un importante problema de salud a nivel mundial. Y aclara que se puede prevenir con la vacuna actualmente disponible, que es segura y eficaz. Por su parte, el virus de la hepatitis C se transmite casi siempre a través de la sangre.

La transmisión sexual también es posible, pero es mucho menos común. No obstante, el virus B es mucho más infeccioso que el C, por lo que ante una misma exposición, es más fácil infectarse con el B que con el C. Al contrario de lo que ocurre con la hepatitis B, no existe vacuna para prevenir la hepatitis C.

Las personas infectadas por este virus no suelen presentar síntomas. De hecho, a menudo la infección permanece asintomática durante décadas, hasta que aparecen los síntomas propios de los graves daños que el virus ha causado en el hígado. “Los antivíricos pueden curar más del 95 por ciento de casos de infección por el virus de la hepatitis C, lo que reduce el riesgo de muerte por cáncer de hígado y cirrosis, pero el acceso al diagnóstico y el tratamiento es limitado”, dice la OMS.

Por su parte, la hepatitis D solo se da en las personas infectadas con el virus B. “La infección simultánea por ambos virus puede causar una afección más grave y tener un desenlace peor”, apunta la OMS. Por último, el virus de la hepatitis E, el igual que ocurre con el A, se transmite mediante el consumo de agua y alimentos contaminados. Está presente en muchos animales y puede pasar al ser humano mediante el consumo de carne. Así que hay que tener especial cuidado con la carne de cerdo y nunca consumirla cruda.

Además, estas personas pueden contagiar la infección a otras sin ser conscientes de ello. Por este motivo, las autoridades sanitarias recomiendan a quienes hayan vivido situaciones de riesgo de contraer hepatitis B o C que acudan a un centro sanitario para que se les realicen las pruebas de detección de estos virus. Ejemplos de situaciones de riesgo son: mantener relaciones sexuales sin preservativo con una persona que pudiera estar infectada; haberse hecho un tatuaje en un lugar que no cumpla las condiciones higiénicas necesarias o haberse sometido a intervenciones médicas poco seguras.