
En el Día Internacional de la crianza responsable se celebra cada 2 de setiembre, la Lic. Liz Aguiar, psicóloga, nos habla acerca de esta fecha con el fin de promover la importancia de la crianza basada en el amor, el respeto, la igualdad y el diálogo, reconociendo a los niños como sujetos con derechos.
En Paraguay, cada vez más padres se involucran en las tareas domésticas y en la crianza de sus hijos. Lo hacen con compromiso, ternura y responsabilidad. Sin embargo, aún constituyen una minoría, ya que el trabajo del hogar y del cuidado sigue siendo comúnmente una responsabilidad de la madre o figura femenina en el hogar.
¿Qué significa la crianza responsable?
“La crianza responsable es más que cubrir las necesidades básicas de un hijo. Implica acompañar su desarrollo físico, emocional, social y cognitivo, garantizando que crezca en un entorno en donde se sienta amado, protegido y guiado”.
Dentro de lo que significó la educación rígida de nuestros padres en los últimos 20 años ¿Existe una gran diferencia con la educación actual, Lic. Aguiar?
“La forma de criar a los hijos ha cambiado profundamente en las últimas décadas. Antes, la crianza estaba marcada por una estructura rigurosa y hasta severa: la madre asumía la mayor parte del cuidado y el padre se ocupaba de proveer económicamente. Hoy, la realidad es distinta: cada vez más padres se involucran activamente en la vida diaria de sus hijos, desde la alimentación hasta el acompañamiento escolar y emocional”.
La profesional sostiene que también enfrentamos un reto en un mundo acelerado con horarios exigentes y el constante uso de pantallas. Muchos padres sienten que tienen menos tiempo y energía para acompañar de manera plena a sus hijos. Esta tensión genera la necesidad de repensar lo que significa una crianza responsable en el siglo XXI.
“Desde nuestra profesión entendemos cómo debe ser el compromiso activo de los padres o cuidadores al marcar una presencia real en la vida de los niños, orientarlos con límites claros y al mismo tiempo con afecto, validación y escucha”.
Antes y ahora, un cambio de paradigma
“Antes la madre era vista como la única responsable del cuidado, mientras el padre se centraba en proveer”.
La crianza se basaba en la obediencia estricta, muchas veces desde el miedo o el castigo. Había poca consciencia sobre la importancia de la salud mental y la validación emocional.
No obstante, hoy se reconoce la corresponsabilidad: tanto madres como padres (incluso separados) comparten el rol de cuidar, guiar y acompañar.
La crianza valora la comunicación emocional, en la cual los hijos pueden expresar lo que sienten.
Se entiende que la disciplina no es castigo sino una forma de guiar con límites claros y respeto.
Los hogares (monoparentales, reconstituidos, separados) buscan brindar unidad en lo esencial: amor, cuidado y estabilidad emocional.
Entonces, ¿Cómo criamos hoy a nuestros hijos?
Aguiar recomienda la escucha activa y validación.
- Preguntar cómo se sienten los hijos y aceptar sus emociones sin minimizarlas. Ejemplo: en vez de decir “No llores”, decir Entiendo que te sientas triste, ¿Querés contarme más?”.
- Tiempo de calidad no importa la cantidad sino la presencia plena: jugar, leer juntos, conversar en la mesa.
- Coherencia en la crianza por sobretodo en hogares separados: Es fundamental que ambos padres mantengan acuerdos básicos para no confundir al niño.
- Ejemplo vivo: Los hijos aprenden más de lo que ven. Mostrar respeto, responsabilidad y empatía es enseñar con acciones.
- Límites con amor: Decir “no” cuando sea necesario, siempre con explicación y acompañamiento emocional.
- Promover la autonomía: Permitir que los niños asuman pequeñas responsabilidades según su edad: elegir su ropa, colaborar en la casa, organizar su mochila. Esto fortalece la autoestima.
- Cuidar el propio bienestar: Padres emocionalmente sanos transmiten seguridad. Buscar apoyo psicológico cuando sea necesario también es un acto de crianza responsable.
Cambios y desafíos
La crianza responsable no es perfección es compromiso consciente. Es elegir cada día estar presentes, escuchar y guiar, incluso en medio de las dificultades.