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Estrategias que marcan la diferencia en el estado nutricional de pacientes con TEA

Estrategias que marcan la diferencia en el estado nutricional de pacientes con TEA

Cada 2 de abril, Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo, el mundo se viste de azul para sensibilizar sobre esta condición recordándonos que detrás de cada diagnóstico hay un ser humano único con talentos, desafíos y emociones. Pero más allá de la conciencia social, hay un aspecto poco difundido y profundamente transformador: la nutrición, refiere la Lic. Karen Bernal, diplomada en Trastorno del Espectro Autista (TEA).

Menciona además que “la incidencia de personas con trastorno del espectro autista está aumentando. La detección temprana de la afección y el reconocimiento de los factores de riesgo asociados a la nutrición son esenciales, principalmente debido a la vulnerabilidad nutricional”.

“En varias revisiones sistemáticas sobre el estado nutricional de los pacientes con TEA se va estableciendo que tienen riesgo de padecer tanto obesidad como desnutrición debido a una ingesta inadecuada de energía en la dieta y mala absorción de nutrientes”, subrayó la profesional. 

La selectividad alimentaria en los niños con TEA
Las personas con TEA se caracterizan por presentar una fuerte selectividad alimentaria que no solo afecta el estado nutricional sino también a la microbiota intestinal de forma directa. Esta va produciendo inflamación de bajo grado alterando además la respuesta inmunitaria y volviéndolos más propensos a adquirir enfermedades oportunistas. Muchas veces está muy relacionada con síntomas frecuentes como constipación, diarreas, distención, etc.

“La selectividad alimentaria en los niños con TEA no es un simple "capricho" infantil. Está profundamente relacionada con procesamientos sensoriales alterados, ansiedad ante lo desconocido y rutinas rígidas que ofrecen seguridad al niño. Por ejemplo, una textura granulosa, un olor intenso o un color particular pueden ser factores que disparen rechazo inmediato”, resaltó la Lic. Bernal.

“Existen estrategias validadas desde la Terapia ocupacional, la Psicología y la Nutrición que pueden marcar la diferencia. La clave es paciencia, empatía y constancia”.

Algunas estrategias:
1. Exposición gradual y sin presión: Presentar nuevos alimentos de manera progresiva sin la expectativa de que el niño lo consuma de inmediato. Comenzar permitiéndole tocarlo, olerlo, jugar con él. La familiarización es el primer paso.


2. Integración multisensorial: Algunos niños con TEA responden mejor si el alimento es presentado en juegos sensoriales. Por ejemplo al preparar masas comestibles, pintar con puré de vegetales o cortar figuras divertidas. Esto transforma el momento en algo lúdico, reduciendo la ansiedad.


3. Modelado y acompañamiento: Los niños aprenden por imitación. Comer en familia, mostrar disfrute y naturalidad ante la presencia de nuevos alimentos incentiva la curiosidad.


4. Establecer rutinas alimentarias flexibles: Aunque los niños con TEA suelen necesitar rutinas. Es importante introducir variabilidad dentro de esa rutina. Por ejemplo, cambiar la presentación de un alimento conocido o introducir pequeños cambios en la preparación.


5. No forzar ni castigar: La coerción genera mayor ansiedad y rechazo. El enfoque siempre debe ser de acompañamiento respetuoso, celebrando cada pequeño avance.


6. Reforzadores positivos: Reconocer verbalmente los logros (“¡Oliste, qué rico huele, qué guapo!”) o utilizar sistemas visuales de recompensas (pegatinas, dibujos) puede motivar la participación.


“En el Centro de Atención Ambulatoria invitamos a las familias a acercarse para recibir orientación profesional y seguir aprendiendo en la alimentación de tu niño/a  trabajando en la selectividad alimentaria. Porque, aunque el camino pueda ser lento, cada pequeño paso cuenta y detrás de cada bocado, hay una posibilidad de crecimiento, salud y conexión”, finalizó la profesional.