Por unos momentos, todo el estrés, las preocupaciones y las rutinas pesadas quedaron en el olvido. Paraguay ganó, y con esa victoria llegó una ola de felicidad colectiva que recorrió el país de punta a punta.
Según el Lic. John, especialista en psicología, cuando vivimos un triunfo como este, nuestro cerebro libera dopamina, oxitocina y adrenalina, sustancias que generan una explosión de felicidad, reduciendo la ansiedad y el estrés. “Durante el partido y después del triunfo, el foco de nuestra mente cambia: dejamos de lado las preocupaciones y nos concentramos en la emoción, la euforia y la alegría”, explica el profesional.
El fútbol tiene el poder de unir a la gente y, al mismo tiempo, brindar un escape emocional. “Cuando un país entero celebra, hay un bienestar colectivo que impacta en la salud mental. Nos sentimos parte de algo más grande, conectados por la misma pasión”, resalta el especialista.
El impacto emocional positivo de una victoria no solo mejora nuestro estado de ánimo, sino que también reduce el cortisol, la hormona del estrés. Nos sentimos motivados, con más energía y optimismo para enfrentar el día a día.
Porque el fútbol no solo se juega en la cancha, también transforma corazones y nos da esos momentos en los que todo lo malo se queda atrás.
