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Bullying, práctica cotidiana en la sociedad

Bullying, práctica cotidiana en la sociedad

Según literatura y práctica profesional se identifican varios tipos de acoso moral entre niños y jóvenes, pero también entre adultos; una práctica que es mucho más cotidiana de lo que podríamos imaginar. 
En estos días el tema del acoso escolar o bullyinges una práctica cotidiana, entre niños y adolescentes. Prácticas que también se pueden observar en los hogares, a las que comúnmente hemos llamado bromas pesadas. Sin embargo, la recurrencia de esta acción y sus diferentes facetas trasciende la frontera de la “simple bromita” y debiera alertarnos tanto a padres como a autoridades de los distintos niveles educativos para eliminar estas prácticas de nuestra vida cotidiana.
La Lic. Liliana Orué, jefa del Servicio de Psicología del Hospital Central del Instituto de Previsión Social, señaló que, dentro de la experiencia en la práctica profesional, en el trabajo diario de atención a los asegurados,se puede manifestar que el bullying está en una etapa de conocimiento y reconocimiento, tanto por parte del círculo familiar del acosado, como también del área escolar y laboral.  El servicio brinda un tratamiento psicológico individual basado en un diagnóstico de cada caso, según evaluaciones varias que se realizan al paciente.
Sociólogos internacionales, dentro de trabajos de investigación, recomiendan no analizar el tema del bullying sólo como acoso escolar, sino también entender que en nuestras sociedades esta conducta ha ido cambiando, en distintos ámbitos y afecta tanto la vida social como emocional de un sinnúmero de personas en la edad juvenil y adulta, de manera casi imperceptible.
Sobre esto, cita la convención internacional de los derechos del niño considerando como maltrato psicológico “la violencia verbal, los comportamientos sádicos y despreciativos, la repulsa afectiva, las exigencias excesivas o desproporcionadas en relación con la edad del niño, las consignas e instrucciones educativas contradictorias o imposibles. 
Existen seis tipos de bullying:

Bullyingsexual:Puede ser esa forma aparentemente distraída con que se toca a una persona y negar inmediatamente la acción. Presionar a una persona a hacer algo que no quiere, como por ejemplo ver pornografía, insistir en dar un beso cuando no se quiere, cuando se manipula o se condiciona el afecto o la amistad y se pone a prueba al otro a través del chantaje. El extremo de esta práctica es el abuso sexual, al usar la fuerza para obligar al otro a tener relaciones contra su voluntad.
Bullyingde exclusión social:Tendencia a excluir al chico o chica que según el líder del grupito o de la banda es un “tonto”, “un nerd”, etc. Se le ignora, se le aísla de forma deliberada, se le aplica la famosa “ley del hielo”. Muchas veces la víctima tarda en entender la intención de tal exclusión y el conjunto se deleita al ejercer dicho rechazo.
Bullyingpsicológico: Infundir el temor en la víctima es el eje de esta práctica. Se le acecha, persigue, se le fuerza a hacer cosas que no quiere, como consumir drogas o alcohol. Se le intimida para causar miedo. El niño o joven vive con angustia el encontrarse con el abusador en los pasillos, patios o a la salida de la escuela. El agresor, al ejercer su poder, puede hacerlo casi de forma tiránica.
Bullyingfísico: Pasar al empujón, los jalones y finalmente a una golpiza colectiva en donde los cómplices alientan, observan complacidos o indiferentes y otros con celulares graban las riñas.
Ciberbullying:Hoy la práctica de grabar las riñas en las escuelas y subirlas al YouTube se ha convertido en una constante, como si fuera algo gracioso. Es una forma más de ridiculizar y devaluar al otro. El abuso por internet tiene una expresión más alarmante, que es la de los acosadores adultos que se hacen pasar por jóvenes y que hábilmente a través de los foros (chat, Messenger, Hi Fi, etc.) consiguen seducir a sus víctimas con efectos graves en la salud física y mental de los jóvenes.
Bullyingentre hermanos:Es común que en las familias, la interacción entre hermanos responda al lugar que ocupa cada uno según el orden de nacidos. Sin darse cuenta a veces, muchos padres promueven la competencia, lo que hace que se exacerbe la rivalidad. Ante ello, entre hermanos se tiende a ridiculizar lo que uno tiene de virtud y los otros no. Se desacredita o miente sobre cosas o actos que hace uno de ellos, pero se es incapaz de asumir las propias responsabilidades. En el espacio familiar la agresión traducida en el pellizco o empujones va generando una lucha permanente por ganar la aprobación y atención de los padres. La devaluación y estigma del hermano victimizado se traslada después a otros ámbitos de la vida.
 “Los pequeños actos perversos son tan cotidianos que parecen normales. Empiezan con una sencilla falta de respeto, con una mentira, con una manipulación. Pero sólo los encontramos insoportables si nos afectan directamente. Luego, si el grupo social en el que aparecen no reacciona, estos actos se transforman progresivamente en verdaderas conductas perversas que tienen graves consecuencias para la salud psicológica de las víctimas. Al no tener la seguridad de que serán comprendidas, las víctimas callan y sufren en silencio” agregó.