Tuvo como protagonista principal a la abuelita Justa Aguilera (87 años), quien se encuentra internada en la sala 238, cama 1.
La siesta transcurría como cualquier otra, hasta que la enfermera Luz Daiub, en medio de su recorrida, se encuentra con la señora Justa y tras intercambiar saludos, la profesional le consulta que se le ofrecería, que ella está ahí para poder ayudarla. “Me siento sola y no quiero regresar a mi sala”, contestó la abuelita, para después pedir ver a su familia y comenzar y emocionada comienza a llorar.
La licenciada ofrece entonces una vídeollamada y contacta con sus familiares. La alegría de doña Justa fue tan grande al ver a sus familiares del otro lado del teléfono. La conversación en todo momento fue amena y agradable entre ellos, gracias al espíritu humanitario del personal de blanco y la posibilidad que la tecnología ofrece.
Se reportó después que la paciente quedó tranquila, satisfecha, alegre y volvió a su sala, donde antes ya no quería estar.
