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Historias de vida en el IPS...

Quiero compartir mi experiencia con todos, porque siento la necesidad de que todo el mundo valore el sacrificio que realiza diariamente el personal de blanco de todos los hospitales, contra este maldito virus que cambió nuestras vidas, hace ya más de un año atrás. 

Empezó la pesadilla justo el domingo antes de recibir mi vacuna contra el Covid-19. Por fin había llegado el día tan esperado, ya con el permiso firmado en el trabajo, mi esposa me avisa que dio positivo en el test del Covid, por lo cual, la vacunación, tendría que esperar, ya agendado para el test el día 01-07-21, al día siguiente me llegó el resultado del mismo… positivo. 
Pero bueno, mi señora ya estaba prácticamente curados y gran parte de su familia también, por qué lo mío sería distinto, y eso parecía que iba a ocurrir, porque los primeros días, sólo tenía una tos fuerte, hasta que llegó el día 04-07-21 y todo empezó a complicarse, esa mañana había tenido una descompensación en la presión arterial, cosa muy rara en mí, y fuimos a la Clínica 12 de Junio, enseguida el doctor me pidió que me haga una tomografía en el INGAVI, por las dudas. 

En la placa no se veía ningún daño en los pulmones, pero el doctor me dijo lo que sería la clave de todo, este virus es impredecible, no hay ninguna regla o diagnóstico seguro, confiando de igual manera, que me iba a recuperar, hice el reposo y tomé todos los medicamentos indicados. 

Al llegar el día 09-07-21, donde fui al INGAVI a sacarme otra placa, porque no mejoraba, al mostrarle la misma a la doctora, me dijo lo que nunca hubiera querido escuchar, tenemos que internarte ahora mismo, de todas formas, yo pensé, la mayoría de los pacientes se recuperan en pocos días. 

Una vez más, aparece el adjetivo que define perfectamente al coronavirus, es impredecible, entré a una sala de observación y los doctores no pudieron estabilizar mis signos vitales, entonces, escucho una vez más, la otra cosa que no quería… tenemos que conectarte al respirador, pero no tenemos mucho tiempo, con tu autorización es suficiente, por lo que le dije, lo que sería la mejor decisión de mi vida… “hagan lo que tengan que hacer”. 

Cómo no confiar en alguien que hasta, hacia solo minutos, había hecho hasta lo imposible por tratar de sacarme del problema. Mi último recuerdo es que me estaban cortando la remera, y antes de que la tijera llegue al final de la misma, se produjo el silencio absoluto… suena una de tantas alarmas de monitores, y ocurre algo que hasta ese momento yo no entendía mucho todavía, pero después de unos minutos, me di cuenta de lo ocurrido… ¡había vuelto a nacer, nada más y nada menos! miro mi cuerpo y todo lo que veo son cables, sondas y conexiones de oxígeno, viene un enfermero y le digo la única palabra que todo mi organismo pedía: ¡agua, agua por favor! luego de esperar hora y media con ansias, me dan unas gotas en una jeringa, vuelvo a la vida… y la enfermera me pregunta: ¿sabés lo que te pasó?; fuiste intubado...

Si, le digo, ayer fue eso… se sonríe y me dice, estuviste 6 días dormido y en ese momento, los veo por primera vez, aparecen delante mío, los Ángeles, los escucho hablar y no entiendo una sola palabra de lo que dicen, tienen su propio lenguaje, de repente hablan de temas terrenales, viajes, música, comida, casas, etc.; y parecen humanos, pero no nos confundamos, llamarle doctores, terapistas o personal de blanco, sencillamente no alcanza. 

La verdad es que son Ángeles enviados por Dios para salvarnos, tampoco llamarles profesionales alcanzaría. Están mucho más allá de lo material, no hay dinero en el mundo que pueda retribuir esa labor que ellos realizan, labor que pude verlos efectuar durante mis momentos de consciencia, es vivir para salvar vidas. 

Es estar 24 horas pendiente de cada paciente y cada vida salvada para ellos es el objetivo logrado. Y se nota la felicidad en todos ellos cuando eso se logra, por suerte, me tocó ser uno de esos objetivos logrados. En esos 6 días que para mí fueron sólo 1 día, se produjo otro fenómeno que demuestra todo lo mejor del ser humano. 

Mi familia se había convertido en una de las tantas que viven en carpas en el estacionamiento del hospital. Algo que para mí, tiempo atrás, no tenía mucho sentido. Viendo en los noticieros, yo decía, ¿qué hacen en la lluvia y el frío? ¿para qué se instalan ahí?, no deben de tener una casa donde quedarse. Nada más alejado de la realidad. 

Si alguien cree que el covid grave afecta sólo al paciente, está muy equivocado, toda la familia se compromete en una cruzada, cuyo único objetivo es que al paciente no le falte nada. Surgen la solidaridad, el sacrificio y el apoyo entre todos, y nadie duda hasta que el familiar se recupere por completo. Después de mi salida de UTI, me llevaron a una sala común, donde de igual manera, todo el personal de blanco realiza su tarea de forma increíble. Todos tienen turnos de 12 horas, pero son felices en su labor, desde los guardias del hospital, hasta los encargados de transportar a los enfermos para el día más feliz, el día del alta, que se anuncia por los parlantes del hospital: “el paciente estuvo 11 días internado y venció al Covid-19”. 
Pero yo creo de todo corazón, que son ellos, todos los funcionarios del Hospital INGAVI, además de los familiares de cada paciente, los verdaderos héroes en esta historia. Ahora me esperan varias semanas de rehabilitación, debo aprender a caminar y respirar de nuevo, cosas que damos por seguras en la vida diaria. 

No puedo entender cómo la gente sigue dudando en vacunarse o no, yo tuve suerte, fui uno de los salvados, pero a diario, muchas familias no pueden decir lo mismo. 
¡Mi eterna gratitud, que nunca será suficiente, a los Ángeles del INGAVI, a todo el personal de blanco, además de todos los funcionarios administrativos, de limpieza y guardias, cuyo único objetivo es que el paciente cruce la puerta principal entre aplausos, cuando en realidad, todos los aplausos, deberían ser para ellos! 

Ernesto Achón Carrillo 
19/07/21 (nueva fecha de nacimiento)

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