
10 de noviembre 2025 - 15.30 hs.
La recta final del ciclo lectivo es una de las etapas más estresantes del año, marcada por la acumulación de tareas, cierres pendientes y la extendida procrastinación, que afecta a niños, adolescentes y universitarios por igual.
La psicóloga Liz Aguiar advierte que muchos alumnos llegan a esta altura del año con síntomas de saturación, como ausentismo, irritabilidad, llanto fácil, desinterés o bloqueos mentales durante los exámenes. El estrés escolar es la respuesta emocional y física del niño ante demandas académicas que percibe como excesivas o difíciles de manejar.
La ansiedad escolar aparece cuando esas demandas generan anticipación negativa, miedo al fracaso y pensamientos de incapacidad. Ambas respuestas son comunes en esta etapa del año y, si no se atienden, pueden afectar el rendimiento, la conducta y el bienestar emocional.
Es importante entender qué les ocurre y cómo se manifiesta este malestar para brindar apoyo oportuno a los estudiantes. Los padres y educadores deben estar atentos a los signos de estrés y ansiedad en los jóvenes y ofrecerles el apoyo necesario para que puedan manejar la situación de manera saludable.
Factores que aumentan el estrés al final del año
- Sobrecarga de tareas y trabajos acumulados.
- Exámenes y evaluaciones finales que los niños sienten como “determinantes”.
- Comparación con compañeros o presión de obtener buenas notas.
- Expectativas familiares elevadas.
- Poco descanso, falta de juego y reducción del tiempo libre.
- Cambios de rutina o adaptación a nuevos profesores o metodologías.
- Miedo a repetir o llevar materias pendientes.
¿Cuáles son esas características personales que influyen en la respuesta del niño Lic. Aguiar?
Cada niño reacciona de manera distinta según su temperamento, habilidades y experiencias previas. Entre las características que aumentan la vulnerabilidad destacan:
- Perfeccionismo o miedo intenso a equivocarse.
- Alta autoexigencia y necesidad de aprobación.
- Dificultades atencionales o de aprendizaje, que vuelven más demandante el estudio.
- Baja tolerancia a la frustración.
- Niños sensibles o emocionalmente reactivos, que viven las exigencias con mayor intensidad.
- Baja autoestima o sensación de “no ser suficiente”.
- Problemas familiares o emocionales que reducen la capacidad para concentrarse.
- Pocas estrategias de estudio o hábitos poco organizados.
Hay que estar atentos a las consecuencias psicológicas y señales de alerta
Irritabilidad o cambios bruscos de humor; el llanto fácil, angustia o sensación de “no poder más ese miedo a ir al colegio o evitar tareas el nerviosismo, preocupación constante o pensamientos negativos sobre sí mismo.
Manifestaciones físicas como: Dolor de cabeza o estómago sin causa médica clara. Problemas de sueño. Falta o exceso de apetito. Tensión muscular o cansancio persistente.
Manifestaciones conductuales Rabietas, explosiones emocionales o conductas desafiantes; dificultad para concentrarse; olvidos frecuentes; bajo rendimiento escolar repentino.
¿Cómo pueden ayudar los adultos ante estas alertas?
El acompañamiento familiar y escolar es fundamental.
- Validar las emociones del niño, sin minimizar sus preocupaciones.
- Organizar horarios de estudio con pausas y tiempos de juego.
- Ayudar a dividir las tareas grandes en pasos pequeños.
- Evitar presiones excesivas o comparaciones con otros niños.
- Reforzar logros y esfuerzos, no solo las notas.
- Mantener rutinas estables de sueño, alimentación y descanso.
- Enseñar técnicas simples de respiración o relajación.
- Comunicar a los docentes cualquier cambio emocional o conductual.
- Consultar con un profesional si las señales persisten o aumentan.
Acompañarlos en este periodo fortalece su autoestima, mejora su rendimiento y les enseña herramientas emocionales que utilizarán toda la vida, finaliza la psicóloga.
En otras palabras, se trata de ayudar a los niños a desarrollar habilidades para manejar el estrés y la ansiedad de manera saludable, en lugar de evitarlos o eliminarlos por completo. De esta manera, podrán enfrentar los desafíos del futuro con confianza y resiliencia.

