
El IPS marca un hito en su historia con la presencia de las primeras dos mujeres residentes en la especialidad de Urología, una disciplina tradicionalmente masculina y exigente. Este logro representa un avance en la inclusión y equidad de género, así como el compromiso y la excelencia que ambas profesionales demuestran día a día.
Rossana Pereira, residente de cuarto año y en su último año de formación, se prepara para convertirse en la primera mujer uróloga egresada del IPS. Además de su destacado desempeño académico y quirúrgico, Rossana ha ganado por dos años consecutivos el duelo de residentes, una competencia entre sus colegas varones que pone a prueba conocimientos y habilidades clínicas. Su trayectoria está marcada por años de esfuerzo, aprendizaje y superación, consolidando su rol como futura especialista y referente en la urología nacional.
Rossana comparte qué la motivó a elegir esta especialidad:
“Desde el inicio de mi formación médica, me atrajo la cirugía y la oportunidad de impactar directamente en la calidad de vida de los pacientes. La urología combina procedimientos complejos con un trato humano que me inspira día a día.”
Sobre su experiencia siendo una mujer en un ámbito mayormente masculino, dice:
“Mi experiencia ha sido muy positiva; desde el primer día recibí un trato profesional y respetuoso. No sentí discriminación, sino la oportunidad de demostrar que el género no define la capacidad ni la pasión por esta especialidad.”
Y para aquellas jóvenes que sueñan con ingresar a áreas quirúrgicas, su mensaje es claro y alentador:
“Las invito a animarse y romper estereotipos. Las mujeres tenemos las mismas oportunidades y debemos abrirnos camino con valentía y dedicación.”
Por otro lado, Sandra Lin, residente de primer año, acaba de comenzar su camino en esta especialidad. Su entusiasmo y dedicación la posicionan como una promesa para el futuro del área. Sandra enfrenta con determinación el intenso ritmo y los desafíos quirúrgicos, con la convicción de aportar una perspectiva renovada y comprometida.
Este avance no solo representa un logro individual, sino un paso significativo para la medicina paraguaya, donde cada vez más mujeres rompen barreras y aportan al desarrollo científico y humano.

