
A veces, comenzar a hacer una tarea o cumplir con nuestras responsabilidades no es nada fácil, pero es necesario. No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy.
La procrastinación es un problema de regulación de emociones, no un problema de gestión de tiempo; no es pereza, sino una señal de que algo no está funcionando en la forma en que se gestionan la atención y las emociones.
Según la Lic. Liz Aguiar, psicóloga del Hospital IPS Ingavi, "la procrastinación es un problema que puede afectar a cualquier edad". Actualmente, los niños crecen rodeados de estímulos constantes: videos cortos, juegos digitales, notificaciones que aparecen sin parar; estos estímulos, que podríamos llamar " golosinas virtuales" , son irresistibles para el cerebro infantil y están moldeando su forma de enfrentar las responsabilidades.
Uno de los efectos más visibles de este entorno digital es la procrastinación infantil. Muchos niños posponen sus tareas escolares o responsabilidades diarias porque se sienten constantemente atraídos por esos pequeños placeres digitales que los dispersan. Aguiar señala que " no es solo el uso del celular o la tablet , sino cómo estos dispositivos entrenan al cerebro para evitar lo que requiere esfuerzo, concentración y tiempo".
¿Por qué sucede esto?
El cerebro infantil busca recompensas rápidas, y las plataformas digitales están diseñadas para dar placer inmediato, lo que genera dopamina, el neurotransmisor del "placer". Al enfrentarse a una tarea escolar que requiere tiempo y esfuerzo, el niño, condicionado por estos estímulos, la percibe como "aburrida" o "pesada".
¿Qué podemos hacer como adultos responsables?
- Establecer rutinas claras : el cerebro necesita estructura.
- Modelar con el ejemplo : si como adultos también postergamos nuestras responsabilidades por revisar redes sociales, el mensaje que transmitimos es contradictorio.
- Enseñar a diferenciar lo urgente de lo importante : desde pequeños pueden aprender a priorizar lo que tiene un impacto a largo plazo.
- Promover espacios de atención plena: actividades como juegos de mesa, lectura compartida o incluso la cocina en familia pueden entrenar la concentración de manera divertida.
- Validar el esfuerzo, no solo el resultado: premiar la constancia y el compromiso ayuda a que entiendan que vale la pena hacer las cosas a tiempo.
La Lic. Aguiar aconseja que la intervención oportuna es clave para ayudar a los niños a enfocarse, organizarse y desarrollar su responsabilidad personal.